A todo aquel nos da algo… hay que decirle gracias.
A todo aquel que nos ayuda a caminar… hay que decirle gracias.
A todo aquel que nos levanta y nos cura heridas… hay que decirle gracias.
Pero a todo aquel que nos lastima sin causa, nos hace caer sin motivo y nos quiebra sin razón… hay que decirle MUCHAS GRACIAS.
Porque en cada lastimadura, en cada caída y en cada quiebre… una vez que nos levantamos somos personas más fuertes y capaces de vivir la vida con mayor determinación.
Hay veces que otros… por las razones que sean… no saben cuidar, no saben respetar y no saben amar… y por ello lastiman.
La causa por la cual se cruzan en nuestros caminos… es irrelevante en sí misma… tal vez parezca injusto… mas creo que en definitiva es lo que necesitábamos para aprender… o tal vez ellos de nosotros.
Pues en la vida nada sucede al azar… y sea lo que sea que suceda… si se tiene la valentía para levantarse del suelo y el coraje para mirar de frente la vida… una caída es el maravilloso comienzo de un capítulo absolutamente nuevo que nos depara el devenir de la vida.
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En cada caída fuerte envejecí decenas de años, mas crecí cientos de años.
En cada caída fuerte aprendí de mí, de las personas y de la vida.
En cada caída fuerte tuve la oportunidad de recomenzar… no siempre lo hice de la mejor manera, mas siempre intenté tomar la decisión correcta.
En cada caída fuerte me encontré con una Mujer valiente que mira a las personas de frente, a las cosas las llama por su nombre y nunca dudo ni por un instante continuar con alegría…. aun cambiando de rumbo por completo el destino de su vida.