Me pasa a buscar un íntimo amigo para ir a una fiesta, la verdad es que me divierte ir, me puse un vestido que me encanta, me siento linda y como cosa rara no tengo sueño porque “siestee” casi dos horas y media en una vuelta en auto en el asiento de atrás…
Pero entramos a la fiesta, y fue como retroceder veinticinco años… la misma gente, el mismo lugar, el mismo ambiente… y yo sintiendo de repente que desearía estar en mi laguna, escuchando los grillos, mirando las estrellas y sin una sola frivolidad a mi alrededor…
Y “aguanté” una hora, porque me di cuenta que no podía estar donde no quería… había ido sin teléfono y sin dinero… por lo que decidí salir a tomarme un taxi y pagarlo en casa…
Con toda mi libertad, asi fue como me fui, para curiosamente delante de mí ver a otra mujer en la misma dirección que iba yo encaminada a paso firme…
Y ésta se dio vuelta, y le pedí caminar juntas dado que no era temprano y cierta sensación de inseguridad me vino … y así fue, como de forma totalmente curiosa, terminé caminando varias cuadras conversando con una mujer desconocida, que cuando llegué a mi destino -la parada de taxis-, en vez de parar allí la acompañé a cenar, y seguimos de tertulia un par de horas más.
La conversación no fue cualquier conversación, nos contamos muchas cosas profundas con la libertad absoluta te da el conversar con alguien que no tenes ni idea quien es, ni su entorno, pero que sabes que se cruzo en tu camino de forma totalmente sincronizada por lo que te está contando.
…
Hace seis meses fui a una fiesta, me pasó a buscar una pareja amiga, y apenas llegue me quise ir, pero me determiné quedarme hasta que realmente no pude mas….
Hace seis meses me exigía estar donde no tenía que estar si había decidido ir… así como conversar con quien no deseaba…
Hoy soy más libre tanto para irme apenas desee, como para preferir conversar con una extraña que me vibra bien, antes de con unos cuantos conocidos que orbitan en una sintonía distinta a la mía.