Mucha gente habla de cómo vivir, del amor, de las buenas intensiones, de la actitud, del respeto y así y así y así …
Otra gente, un número muy reducido, no habla sino vive con una manera ejemplar.
Los primeros suelen ser tan teóricos que creo que lo que hablan es porque ellos mismos no lo han asumido en su diario vivir y tal vez necesitan repetirlo a los otros para algún día comenzar a «vivir».
Los segundos … si se tiene el instinto afinado quedan grabados en uno y dejan huella.
Les voy a contar una historia …
Hace tres años casi por casualidad vine a parar a una casita minúscula atrás de otra casa en donde vivía una señora alemana muy mayor.
Tan respetable y discreta, tan en sus silencios y en sus hábitos … y nosotros tan «agitanados» y latinos.
En un par de horas se toma un vuelo y regresa a Alemania para continuar su vida más cerca de sus hijos.
Jamás he hablado mucho con ella pero la he sentido siempre cerca.
Cuando la fui a despedir con una mirada absolutamente transparente me dijo «gracias Victoria por las niñas y el ruido, por Aquiles y sus ladridos, y por ti y tu presencia» … se me pusieron los ojos repletos de lagrimas y ella me volvió a mirar y me dijo «estoy feliz».
Existe una alta probabilidad de que nunca más nos crucemos las miradas y también existe una alta probabilidad de que la siga viendo en cada lugar donde ella ha estado en este jardín.
Pero lo cierto es que tener 91 años, serenidad y alegría ante un cambio radical es una actitud de vida que solo tienen las personas valientes.