Yo le hablaba de mi vida, le puchereaba y él me escuchaba, me prestaba atención, me dejaba llorar y me hacia reír.
Había aparecido como por arte de magia tras años sin verle y encima bajo una amistad heredada.
Yo estaba tan centrada en mi misma que no podía ver cuán noble era hasta que un día, un instante, lo capte.
Yo le había contado mis cosas y él me había levantado el ánimo de forma maravillosa aun a pesar de sus problemas que no eran pequeños … como que estaba solo en la habitación de un hotel en NY esperando un médico le dijera su diagnostico.
Desde que tome conciencia de eso se transformó para mí en uno de esos Ángeles que me manda Dios y en un ejemplo absoluto de que la amistad tiene matices asombrosos.
gracias por escribir
gracias por leerme