Desde las noches frescas de Marzo he estado buscando mis zapatillas de entre casa.
Las quería yo tanto, me eran tan mías, fieles a mi estilo …
Las busque sin suerte todo el año y fue curioso porque yo vivo con orden y todo suele estar donde debe de estar en mi casa.
El otro día resolví buscarlas hasta encontrarlas y fue realmente una gran sorpresa la que me llevé cuando en el primer cajón que abrí -en el lugar más obvio y el que seguro habré abierto un sin fin de veces en su búsqueda- me las encontré, como esperándome, como diciéndome «siempre estuvimos aquí pero tú estabas distraída, mirando sin ver».
Regale las que había usado todo este año pues no eran mi tipo -no me pertenecían- y me puse las mías, las que debía de haber usado todo este tiempo.