Este invierno no pude conciliar mi relación con el fuego…
Yo que lo estimo tanto… que incluso me gusta su olor, su vista, su ruido, ya ni hablemos de cómo necesito de su calor.
Cada vez traté de encender la estufa de leña me llevó horas, e incluso algunos días desistí.
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Este invierno cada dos por tres han caído en mi jardín hojas enormes de una palmera gigante que está en el medio de todo…
Caían cuasi del cielo, y yo de manera incómoda las sacaba rapidísimo y las tiraba en el contenedor.
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Este invierno las piñas no han abundado mucho.
Por eso no se ve en las calles gente vendiéndolas con tanta frecuencia.
Por eso el pino de mis padres no ha tenido producción constante ni en cantidad elevada.
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Hoy descubrí que las ramas en que se transforman las hojas secas caídas de mi gigante palmera, son como combustible cuando las coloco en la estufa de leña.
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Las soluciones solemos tenerlas en frente de nuestros ojos, pero estamos tan empecinados en que vengan de afuera, que seguimos inmersos en nuestras dificultades, cuando podemos salir de las mismas mas fácil de lo que imaginamos.