Me había acostado al alba… había dormido muy pocas horas… pero aun así estaba bien descansada…
Me levanté cuando todos aún dormían… Sin hacer ruido me duché, desayuné y caminando me fui a «mi roca» preferida en el Mundo… y sí que han habido rocas en mi Mundo… y sí que las hay… pero hay una que es “la roca” “mi roca”.
Había un viento descomunal, las olas no estaban ordenadas por lo que no había ningún surfista… la única compañía tenía eran unas gaviotas jugando en el cielo y un pato solitario flotando en el mar.
Me gusta tanto la playa en la mañana, me gusta tanto la playa cuando no hay gente, me gusta tanto me dé el viento en la cara y sentir el olor del agua salada que tiene la playa principalmente de mañana…
Me gusta tanto sentarme en «mi roca» y mirar el horizonte.
Había vivido tantas cosas los últimos días que necesitaba asimilarlas en solitario…
No tenía ni idea para donde iba a rumbearme la vida con exactitud a corto plazo… pero también con exactitud era consciente que estaba en el camino correcto…
Había alcanzado tres estados que para mi eran los más deseados: libertad interior, coherencia en mis incoherencias y autenticidad… y eso… ese “pequeño detalle”… me robo varias sonrisas que le regalé al mar desde “mi roca”.