Iba caminando buscando «un lugar»… se ve que no había entendido muy bien… porque el que primero elegí… no era «nada»… y por suerte alguien me lo hizo saber.
Pero seguí caminando y encontré «mi lugar».
Lo más importante para mi era que no tuviera zarzas moras… si a eso le sumo corría un arroyo era ideal… porque mi temor eran las víboras… y yo supongo que la posibilidad de cruzarme con una cerca del agua es menor a no cerca.
Me instalé… con un frío tremendo, con un enojo mezclado con dolor por algo que viví, lloré … me tapé con todo lo que llevaba, que era poco pero se ve lo suficiente como para poder quedarme dormida tranquila.
A las horas me desperté… y empecé a observar más de cerca donde estaba, me levanté y comencé a sacar ramitas con espinas… eran pocas teniendo en cuenta la vegetación del sitio, pero no quería ninguna a mi lado… no estaba dispuesta a lastimarme porque sí.
En una veo que sobre mi cabeza hay una rama grande con unas espinas gruesas, la tomo dispuesta a tirar fuertemente de ella para arrancarla, pero me doy cuenta se desprende del árbol como si nada… presto mayor atención… y veo que otras ramas también se desprenden…
Me viene una sensación rara porque ese árbol me había acogido horas varias mientras dormía pero me estaba dando cuenta que lo verde era musgo… y al rasparlo… tomé conciencia estaba muerto.
La sensación de angustia por estar debajo de algo muerto me duró poco, pues estaba repleta de pura vida a mi alrededor, y en el propio espacio donde yo había elegido instalarme había otro árbol mucho mas pequeño de edad pero completamente vivo.
Fue allí cuando sentí que seguramten «ésto» me quería mostrar lo que estaba sucediendo en mi vida… yo creyéndome arropada en viejos arboles de los cuales solo quedaban troncos secos… cuando a mi lado habían árboles sedientos de vivir.
Permanecí alli observando… se me pasó ni rápido ni lento el tiempo… no tuve hambre, no tuve sed… mucho menos miedo… me visitaron solo con pájaros y mariposas… viví la sensación de ser una con el entorno.
Al árbol viejo no lo descarte de mi hábitat, para nada… estaba de pie… me dio refugio… me hizo de respaldo… aguanto mis pies… pero lo ví de otra manera…
De repente capté que el era el tiempo que quería regresar… me sentí en paz… y en lo práctico me hice un torniquete en el pelo con un palito y me fui a la orilla de esa pequeña cascada que había elegido para estar dentro de mi espacio… agarre una piedrita en recuerdo de ese momento… y en ese mismo instante… llamaron…
Había llegado al final… el dichoso final para comenzar otro dichoso principio.