Y todo va atrasado… y yo salgo a una especie de alero… para alejarme del gentío y del encierro.
En realidad no sé qué hago allí, porque tengo tanto pero tanto para hacer que no doy crédito como fui a parar a ese lugar…
Lógico que lo que pasó en la mañana me desacomodo lo suficiente como para perder la cabeza de una manera muy particular, y tal vez por esa razón… decidí ir a ese sitio que no tienen nada para aportarme.
No tengo la más mínima de entrar a lo que fui a hacer… me siento encerrada allí adentro, y a la vez es tan maravilloso sentirse debajo de la lluvia, su sonido, su olor, su frescor… sin mojarse, a lo sumo solo salpicarse.
Miro al horizonte y estoy en el medio de chacras, tan lejos y tan cerca de casa…
Cada minuto se me viene a la cabeza la conversación que tuve en la mañana, me acuerdo mis carcajadas por las mismas palabras que tiempo atrás lloraba… supongo es evolución o superación.
Y pienso en la despedida que fue opuestamente diferente a la última vez…
Y pienso en ese velero de madera tan amarrado como perdido…
Y sobre todo pienso en lo que siento… y me doy cuenta qué no sé exactamente qué es… por mas que siempre tengo repuesta para todo… y entonces decido dejar librado al tiempo las respuestas.
…
Y pasó el tiempo desde ese momentos… y la repuesta exacta es que las situaciones y dejan sus marcas (todas), y no hay vuelta atrás que pueda hacer olvidar a las mismas.