
Me estaba costando leer, especialmente de mañana y de noche…
Fui al oculista y me llevé la sorpresa de que debía de empezar a usar lentes.
Y aquí viene la anécdota … y la metáfora.
…
El día que me los compré estaba en un aeropuerto, y fue como que redescubrí el mundo tras mirar a través de ellos, pues recordemos que adoro leer y escribir.
Lo realmente curioso fue que de manera más que casual en mi vida, apenas me los puse, miré a mi izquierda y vi un bolso en un asiento…. Como tuve varias horas de espera, al bolso lo fui mirando de reojo, hasta que en un momento me tentó abrirlo y ver de quién era… y así fue como descubrí datos sobre su propietaria y la llamé por teléfono, le mandé un mensaje, le escribí por e.mail… y nada.
Y husmee más en el bolso y encontré una cajita de lentes.
Ya a punto de embarcar hacia mi destino, a último momento decidí agarrar los lentes por si me respondía la dueña tal vez poder devolvérselos, pues sabía que nadie en el aeropuerto se tomaría la preocupación de hacer lo que yo estaba haciendo, sino como mucho dicho bolso iría a esos tachos donde van las cosas abandonadas por miedo a los terroristas.
Tras las horas, la dueña me contactó por e.mail, y me preguntó si me había quedado con su bolso, le dije que solo con sus lentes, me pidió si se los mandaba a su país, le pedí su dirección… Y es allí cuando de forma totalmente sin sentido se me ocurrió probarme sus lentes y verme al espejo (aclaro que con los míos no había tenido ni tiempo de hacerlo aún) y captar que eran de la misma “necesidad visual“ que los propios, pero con el agregado que no eran míos.
A la mañana siguiente fui a Correos y se los mandé a su país … y me quedé con la sensación siguiente…
El instrumento que me había permitido apreciar más detenidamente lo que estaba a mi alrededor (mis nuevos lentes) me hizo ver y llegar a los de otros que si bien eran iguales a los míos, no eran míos…
Que me tomara el trabajo de llevarlos a mi destino, ir a Correos (encima me atendió una señora antipatiquísima) y hacerle un favor a una desconocida, fue el ponerme en los pies de alguien que como yo necesita un instrumento para ver mejor, alguien a quien pude serle útil para que regresaran a ella, aun cuando hasta podría habérmelos quedado.
Corolario…
Mis lentes seguro me permitirán una nueva manera de mirar las cosas, más detallada y más propia de mi presente… tal vez deba poner foco en ellos y en cómo me quedan al espejo, y no en los de otros por mas que parezcan a mi medida, dado que son, justamente, de otros.
…
Ya pasó un mes de ese día … me sigue resultando raro depender de unas cositas con vidrios de por vida, pues sé que es un camino sin retorno… pero supongo que es el paso de los años que trae consigo el cansancio del cuerpo, y algunas partes del mismo comienzan a mostrarse más gastadas.
Tal vez sea el momento de valorar todo lo que sigue funcionando como “reloj suizo” pero que con el tiempo seguramente comenzará a pasar factura de sus normales deterioros.