Iba en el ómnibus, mirando el río…
Pensaba que lo que ayer me quitaba el sueño, me hacía dar vueltas en la cama, no me dejaba encontrar la posición de la almohada… hoy… ya no solo no me afecta sino que me ha fortalecido.
Pensaba que lo que ayer me tenía extremadamente ilusionada, lo que me hacía estar desvelada, no me permitía dormir por soñar despierta… hoy… ya no me genera esa sensación de locura y movimiento.
Nada es para siempre, ni en lo bueno ni en lo malo.
Y en el fondo y al principio, recapacito, reflexiono y entiendo.
Que todo lo malo pasa, con lo cual no puedo ahogarme.
Que todo lo bueno se desvanece o se transforma en normal, con lo cual mientras tenga el privilegio de sentirlo debo vivirlo a pleno
Y lo digo yo, quien tantas veces se ha sentido ahogándose, quien tantas veces no ha valorado el instante…
Nada es para siempre … ni las flores ni las tormentas, ni los grandes amores ni los grandes desengaños… seguro existan excepciones pero solo para confirmar esta regla.
Es el tren de la vida, cuyas vías atraviesan distintas estaciones, se suben diversos tripulantes, lo iluminan variados momentos y recorre infinitos paisajes…