Siento en las marcas de mi piel las huellas de mi vida.
Tal vez por eso realmente no me preocupan, tal vez porque sé que en cada una de ellas hay momentos marcados que me trajeron hasta aquí… y estoy contenta aquí.
Tengo líneas en mi frente, líneas que me acompañan desde que nací porque frunzo el ceño… y muy especialmente cuando me río y me asombro… y me río mucho y me asombro mucho más.
Dejar de fruncirlo en perjuicio de la piel hubiera sido el absurdo de mi vida.
Tengo arrugas de días de playa, de caminatas y cabalgatas por el campo, de trabajos en la protectora con los perros, de reírme a carcajadas, de llorar como una niña, de preocuparme por el mundo, de dormir poco por mi sol y mi luna…
Tengo arrugas porque tengo 38 años y gracias a Dios he vivido intensamente sin miedo a las huellas del vivir…