No se si es una evolución o un retroceso, pero creo que a veces detrás de los cuerpos de los adultos también se esconden niños.
Niños que están a la expectativa, que realmente no saben bien ni que decir ni que hacer, ni como actuar, que incluso tienen un poco de miedo.
Ver la vida con los ojos de un niño cuando se es grande es ridículo y cómico, alivia y desmotiva, impulsa y frena, da gracia y da pena, es tan contradictorio como la existencia en si misma.
En mi caso, a veces me sorprendo actuando como una anciana repleta de manías, otras como una adolescente con mucha adrenalina, otras como una niña inocente y otras como la mujer que en teoría realmente soy.
No puedo decir que en cada accionar no esté yo, evidentemente estoy en todos, pero me siento rara y extraña en algunos de esos pasajes y muy especialmente cuando soy una niña