Lo miraba y me daba cuenta en ese instante de por qué había un muro entre los dos…
El no mira a los ojos cuando habla, ni siquiera cuando toca temas serios, profundos, del corazón.
En ese momento me di cuenta de la diferencia radical e insubsanable que existía entre ambos.
Se podrá hablar el mismo idioma pero si el lenguaje es ajeno a los ojos la comunicaicón no es total, mucho menos real, incluso puede ser engañosa y transportar ausencia de verdad.
No todo el mundo mira a los ojos cuando habla, tampoco todas las miradas son profundas… por eso confío en unas personas más que en las otras en atención a este detalle…
la desconfianza por lo material nos desconecta del alma;
la necesidad urgente;
el placer cargado;
los miedos sociales del que dirán;
y tantas otras cosas
mas siempre con el estigma del ego propio, nos hacer virar la mirada.
perdidos la inocencia
recuperemosla, esta ahí
así nos podremos mirar a los ojos sin culpas ni etiquetas