Podría decir que me fascina que seas auténtico y libre, que seas tan inteligente y me hagas sentir que a tu lado no dejare un instante de aprender, incluso a vivir, que es lo mas difícil.

Podría decir que cocinas ricos chapatis y manejas los cuchillos como nadie.

Podría decir que tus besos son mágicos, que tus caricias mimos de Ángeles.

 Podría decir que me gustan tus pies brillantes, tu nariz respingada y tu alma de deportista.

 Podría decir que tus ojos hablan y tu mirada se comunica con la mía de forma permanente como jamás nadie lo ha hecho hasta ahora.

 Podría decir que sos una muy buena persona, con altos valores, que no tenes maldad, que me gusta que no seas frívolo, que no tengas nada que ver con mi “mundo”, que te importe realmente un comino el que dirán.

 Podría decir que me encanta caminar contigo y me vayas haciendo percatar de todo lo que tengo a mi alrededor y que por distraída lo paso por alto.

 Podría decir que hasta tu nostalgia me gusta, al igual que tus lagrimas, ya ni que hablar de tu sonrisa, mucho más tu capacidad de transformar en simple lo complejo.

Podría decir un sin fin de cosas que me gustan de ti…

Pero realmente creo que se aglomera todo en una sola letra: tu nombre.

Es decir, tú mismo.

Y en una sola causa, un inevitable “porque si”, sin explicación alguna, como todo lo importante que ocurre en la vida.