No me gustan los ultimátums, ni recibirlos ni darlos, pero a veces, solo a veces, son necesarios.
Porque a veces las decisiones son difíciles o peor aun se las toma pero no se las puede llevar adelante porque aparecen excusas -nos ponemos excusas-, nos manipulan situaciones, se nos confunden las ideas y se nos hace pensar que han sido mal tomadas…
Para eso existen los ultimátums, para pasarle al otro la decisión, sabiendo lo que ocasiona en uno determinada acción o actitud y que sea el otro quien a través de su propia decisión decida el rumbo de las cosas.
No me gustan los ultimátums, ni recibirlos ni darlos, pero a veces, solo a veces, son la única manera de llevar adelante una decisión para ser coherentes con uno mismo.