Había cambiado de rumbo de un momento a otro tras un golpe de la vida y había recorrido tantos kilómetros con mis leoncitas atrás …
Cuando estaba casi por llegar me detiene un semáforo, un señor que me golpea la ventana y me dice que estoy en llanta.
Bajo y veo el neumático totalmente chato y en esa ráfaga de segundo que dura una eternidad pienso en la suerte hemos tenido las gordas y yo … no había andado rápido pero había hecho mucha carretera e incluso me había confundido de camino.
Como curiosidad eso me pasa justo al lado de una estación de servicio y el chico que me atiende me ofrece ponerme aire y me dice que hay una gomería a menos de seis cuadras de allí.
Ya en la gomería me sacan la rueda, la revisan por completo y nada, estaba perfecta, estaba absolutamente perfecta.
Me la vuelven a poner y nuevamente cambio de rumbo …
Y donde decido ir no hay nadie, pero necesito ubicar a alguien y bajo en un lugar a pedir ayuda, en un lugar de recuerdos pero sin buscar nada y allí me ofrecen algo que está por completo fuera de mis planes, pero en una racha de otro segundo lo acepto porque algo me dice que eso me lo manda Dios.
Y aquí estoy, en un lugar que siempre fue mágico para mí, mirando el mar, escuchando las olas, sintiendo el viento, con mis cachorritas … y pienso en lo que me ha pasado con el auto y lo siento como un símil con mi vida … tuve que cambiar de rumbo tantas veces, algunas personas me vieron averiada y seguramente lo aparentaba, otras tantas me han ayudado de forma totalmente desinteresada, siempre aparecen soluciones, nunca pare … y sin saber por completo las razones entiendo que me he desinflado pero que no estoy pinchada y puedo seguir rodando.