Cuanto más traté de desenredar un nudo éste se puso más rígido.
Cuanto más suavidad procure darle éste se cerró mas.
Cuanto más comprensión coloqué éste más firme se hizo.
Más tarde que pronto, lamentablemente, comprendí que hiciera lo que hiciera el nudo no se iba a dilucidar pues no dependía de mi y que seguir procurando hacerlo me llevaría a una frustración que no estaba dispuesta a tener.
Y con todo ese ímpetu que me caracteriza y totalmente consciente de que para continuar tenía que cortar, agarre un cuchillo con mucho filo y corte el cabo que me unía a ese nudo.