En un momento del viaje se nos plantea la posibilidad de mover el timón y conjugar lo que queremos, con lo que hemos aprendido, con la “oportunidad”…
El “Plan A” nos ha quedado corto, o no ha sido lo que deseábamos, o ya no es para nosotros, o simplemente no lo alcanzamos y llegó el momento de decirle adiós.
Es allí cuando llega la hora del “Plan B”.
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En los primeros años de la vida suele correr el “deber ser” y en los segundos el “ser”, por eso creo que el “Plan B” es más fiel a uno mismo y el “Plan A” a lo que los otros esperan de nosotros.