Conocí un Ángel.
Se murió alguien muy querido.
Me reinventé.
Me crucé con personas maravillosas.
Me dejé fluir en el trabajo y los trabajos me encontraron a mí.
Quise a destiempo.
Me pagaron por vez primera por escribir reflexiones.
Me reencontré con la Iglesia, aceptando que no es perfecta.
Juzgue y des-juzgué.
Fui crítica y libre para hacer y decir cuánto quise.
Aprendí a perdonar.
Me engañaron, me fallaron, di oportunidades, perdí otras…
Me puse en el lugar de gente querida y asimilé a través de sus pies.
Constituí un equipo invencible con mis cachorritas.
Me mudé.
Me robaron y lejos de sentir odio sentí gratitud.
Rompí una regla personal fuerte, y lo acepté.
Me conocí mucho más que antes, me tropecé con fallas, y ví dones.
Valoré a los que se fueron, respetándolos en sus nuevos roles.
Cerré varios capítulos.
Más que nunca tome conciencia hacia donde voy y como quiero ir.
…
Y un sin fin de cosas más que seguro me estaré olvidando en este instante, pero que constituyen un año largo e intensamente vivido.