Le escuchaba hablar y pensaba cuánto me gustaría contarle mi vida para explicarle el por qué había llegado a ser tal como era.
Pero era imposible…
Porque no se puede resumir una vida en un almuerzo.
Porque no se puede mostrar las contradicciones absolutas que pueden existir en uno mismo, para que en definitiva pese más un lado que otro.
El me decía que para mí las cosas eran de una forma o de otra, y que todo lo resumía de forma simple.
Por dentro me reía…
Cómo explicarle que me había convertido en un “termómetro”, y que había sido tan extremadamente compleja mi manera de ver las cosas que había mutado por pura sobrevivencia…
Cómo explicarle que había descubierto la forma sencilla de sacar mis inquietudes y de ubicarme en el Mundo… y que no en vano me llamaban “Mafalda” en un grupo al cual concurro.
Por dentro tenía necesidad de contarle cada detalle de mi vida, para que viera cuan difícil había sido lo que había aprendido y el cómo… para llegar a mi hoy.
Cómo explicarle que antes tenía las mismas interrogantes pero las veía con otros lentes y que por ello no encajaba en ningún lugar, y hasta llegué a sentir el peso de la injusticia sobre mis hombros.
Me hubiera encantado hacer magia y con una varita ponerle en la cabecita toda mi vida, para que viera cuánto había tenido que atravesar para llegar a esa simplicidad.
Tal vez… mi necesidad de “abrirme” se basaba porque cuando le escuchaba, la visión de su vida era similar a la mía de antes… y me hubiera gustado mostrarle la causa de la simplicidad para que se valorara más.
…
Conocer a las personas “ya crecidas” supone conocerlas en el momento en que son… y seguramente antes hayan sido diferentes…
Pero las “mochilas” por lo que no hicieron tan bien o por lo que no les hizo sentir tan bien, o por cómo llegaron a ser como son… son solo propias, los demás no las ven.
…
Yo deposité mis mochilas más cargadas en una parte del camino, les dije gracias por haberme ayudado a ser quien soy, pero no las quería de acompañantes eternas…
Creo que en definitiva, vivir es llegar a ser lo más parecido a uno mismo de lo que nacimos para ser… y el cómo llegamos a eso es circunstancial, pero no esencial.