Mi hermana le contaba a mis hijas anécdotas nuestras de cuando vivíamos juntas.
Yo la miraba atónita porque no las recordaba… además, en todas yo era la que no quedaba muy bien parada, pero no podía corregirla en lo más mínimo, porque no las tenía registradas en mi mente.
En un momento, mi hermana me señala “no tenes pasado” y me pregunta irónicamente ¿como llegaste aquí?…
Y la verdad no sé… solo sé que la pase bien, a veces no tan bien, y otras menos bien… pero sí estoy aquí… y también se que viví.
No sé si me dio fastidio no recordar nada… pues las historias no eran malas, sino originales y divertidas, pero mi incapacidad para recordar me dejó pensando…
Especialmente, que mas que detalles o historias, solo recuerdo si la pasé bien o la pasé mal, mis sensaciones sobre lo que ocurrió, pero no qué ocurrió exactamente…
…
De noche me puse a ver por centésima vez mi película preferida.
Si para algo sirve el no tener mucha memoria… es para cada tantos meses tener el placer de deleitarse de las mismas películas.
No me sé las escenas de memoria… y por eso aún me sigue sorprendiendo la historia.
Pero… tengo dos excepciones, dos escenas… una entorno a unas manos que se rozan a la apurada, y la otra en torno a un desvelo compartido…