Se me rompe un adorno.
Se me cae un plato.
Me llevo por delante una botella de vino puse en la puerta para regalar (y no olvidar)… y se derrama todo.
Se me quiebra una jarra con agua y gajos de limón.
Se me despega la suela de una bota nueva.
Se me cae el soporte de un cuadro.
Se me descose el pantalón del pijama.
…
Y todo en pocos días… a alguien a quien nunca se le rompe nada.
Ya con la ultima rotura -la jarra- me pongo a especular el significado de lo que está pasando… y tomo la decisión de empezar a arreglar cuanto puedo.
Y ya que estoy… sumo un pendiente que tengo desde que me mudé a esta casa.
Voy de la cola, al novoprene, luego a la gotita, paso al martillo y termino con el costurero.
…
Y pienso… así pasa con todo… porque la vida es como el mar… y cuando viene la ola buena es total y hay que disfrutarla, y cuando viene la ola mala es total y más vale recibirla con dignidad.
Y siempre, pero siempre… todo lo que está al alcance de uno arreglarlo… y lo que no depende de uno dejarlo fluir, dejar que pase el tiempo y lo acomode todo en su debido lugar.