Hace varias semanas tengo todo el escritorio repleto de papeles… soy absolutamente consciente que ordenarlos y ponerme al día me puede llevar como mucho dos horas y no más.
Hace varios días que varias veces no tiendo las camas… cuando jamás he salido de casa sin antes dejar todo en su sitio.
Lo curioso es que detesto el desorden y menos en mi “cueva”.
Toda mi vida me manejo con listas donde coloco las actividades con disposiciones de prioridad, las cuales divido en compartimentos según lo que requieran de mi (mails, llamadas, hacer, teléfono…)… pero estos últimos días no me he hecho ni el tiempo para hacerme esa lista…
Evidentemente no es casual mi desorden… porque dentro mío estoy en un mar de laberintos de todo tipo y color que no quiero encarar… porque se me ocurrió que se van a aclarar solos sin mi intervención.
Obviamente los papeles y cosas de mi escritorio, así como las sábanas requieren de mis manos… tal cual mi desorden interno de mi voluntad y actitud… pero necesito estar en el caos y mostrarme a mi misma la «horrorosa» ansiedad me genera esa desorganización y aun así continuar… para poder desde el barullo reordenarme hacia mi nuevo “orden”… que no es nada más y nada menos que el capítulo de la vida que me tocara vivir a continuación.