Corrí con la tormenta

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Elegí el peor momento para salir… definitivamente “el peor”…

Yo que soy tan precavida… lo hice a consciencia y también de casualidad… porque supongo que de forma inconsciente necesitaba una excusa perfecta para exteriorizar mi verdadero miedo.

Metí el acelerador a fondo por esas curvas que me apasionan y a la vez me dan terror… sabía que si iba más rápido que el viento el fuerte aluvión de agua no me alcanzaría.

Desde mi auto… por esos campos… sin un alma para adelante y repleto de rayos para atrás.

Cuando llegué todo pasó en el lapsus de un momento… no sé si fue una alegría fantástica o un dolor cruel… pero fue en el lapsus de un momento… es que la vida transcurre en el lapsus de momentos…

Hice lo que fui a hacer y nada más… y regresé ya no con miedo porque le gané a la tormenta que se fué… pero si tan mareada que estuve casi una hora perdida dando vueltas… pasando por los mismos lugares sin poder orientarme … es que yo no sé si deseaba salir volando y por eso me despisté tanto… o tal vez hundirme allí…

Ay mi inconsciente… mi querido inconsciente cuantas vueltas me hizo dar!!

De repente apareció un hombre en una camioneta… le paré… le dije estaba perdida… me dijo le siguiera… y continué dando vueltas por los mismos sitios había pasado ya dos, tal vez hasta tres veces… pero atrás de él.

Lo paré nuevamente… me miró… seguro le dí pena y me dijo que le siguiera hacia otra salida… que me iba a llevar a donde tenía que llegar.

Y así fue… no regresé por donde fuí… ni por donde debía por ser quien era… pero el camino guiado fue extremadamente corto hacia la ruta y con el hombre delante me sentí aliviada y acompañada… (…)  siempre digo los ángeles están en la Tierra y Dios los manda en los momentos exactos.

Cuando tomé la carreta de vuelta… a dos por hora tal vez… con los rayos atrás… rayos que ya no me alcanzarían porque habían rumbeado en otras direcciones… con el asfalto que había quedado mojado… ya allí aflojé y empecé a llorar más fuerte que la lluvia que había pasado… lloraba por la sensación de injusticia que brotaba de mi corazón.

Al llegar «a la cueva» con un relentecer extremo… ya con el solcito reflejándose entre la nubes… literalmente miré mi presente… que me tiene bastante perpleja… bajé la cabeza, cerré los ojos y le pedí perdón a mi corazón… porque en definitiva, quién soy yo para haberla errado tanto en detrimento de mi pobre corazón…

Acerca de dibujandoconelalma

Este es mi espacio, no obligo a nadie a que me lea, simplemente soy una buscadora, y en esa búsqueda continua tengo necesidad de escribir y compartir mis experiencias e inquietudes con quien las quiera leer, apreciar y disfrutar.
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