Últimamente, algo en mi cada vez hablábamos por teléfono me hacía sentir que él no estaba bien.

Aunque tampoco hablaba tanto con él en estos últimos tiempos, sino solo para fechas “especiales”.

Algo adentro mío no me estaba cerrando…

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Sus llamados los días de mi cumpleaños eran infaltables y este último cumpleaños también me llamó… pero no lo atendí… no lo escuché… y me dejo un mensaje pidiéndole le llamara despidiéndose como siempre con un “Te quiero María”.

Y le llamé, claro que le llamé, ese día, otros días más tarde, para su cumpleaños, para Nochenueva… y nunca lo encontré.

Fue en Navidad que decidió irse… y hasta hace un par de días siento que la tristeza me había llevado con él o había permanecido conmigo él ahogándome en su tristeza…. pero uno no debe ni puede arrastrar con la tristeza ajena o con la culpa de lo imprevisible… uno debe de liberarse del dolor que no es propio.

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En otra época de mi vida me toco trabajar mucho con la formalidad, ser muy fría para algunas cosas y muy tenaz… pero en esa misma época también tuve un dejo de mucha dulzura en mi trabajo y sentir la empatía como nunca en la vida… fue con él y su Familia.

Agradezco lo que aprendí, agradezco el amor incondicional de una familia que quedó en el suelo por dolor y me acogió como su esperanza, agradezco a la justicia que surgió tras la perseverancia, agradezco a la humildad… y agradezco a Dios haberles dado lo único podía yo darles en ese momento de la mejor manera que pude y con mucho amor.

Pido el Alma de él descanse, que su karma sane y que encuentre alivio en el más allá.

Amén.