Antes de que te viera por primera vez te sentí profundamente en mi corazón.
Siempre intuí que tu me elegiste a mí y no yo a ti… y seguramente sea así… tal vez eso sea ley de vida.
Apareciste para darme lo que necesitaba, en el momento en que lo necesitaba y de la forma en que lo necesitaba.
Me miras y me sabes, me sacas al toque como si mis ojos te hablaran directamente a ti, y ante ti no puedo poner cara de nada… porque trascendes mi cara.
Me abrazas y me refugias, pese a ser una persona mucho más pequeña que yo, tu capacidad de acogerme es tremendamente grande.
Tenemos una conexión mágica que es lo único me permite saber a ciencia cierta la causa de porque cuando estoy como estoy siempre “me lees” y de tus labios siempre salen un “Tranquila… Mamá” en un tono suave que me deja volando en el cielo, esté pasando lo que esté pasando.