Salgo de una reunión de trabajo… me subo al auto y pienso que por donde me encuentro estacionada y debo continuar la marcha, voy a pasar por un lugar donde debería de haber estado a esa hora (y hubiera deseado estar) … si «todo» no hubiera cambiado.
Por un momento me imagino la idea de doblar antes, pero no era lo ideal y algo me llevó a continuar la marcha por esa calle.
Mientras pasaba pensaba que por favor nadie me viera… para en ese instante mismo, un camión que cambia su marcha agarra hacia el costado derecho y me embiste en mi carril, y yo no tengo mas remedio que tocar bocina si no quiero quedar como un acordeón, porque el camión (ni el camionero) no se da cuenta que me esta escrachando.
En mi interior no puedo creer lo que estoy viviendo (en la vida me habían chocado)… y encima lo inoportuno del lugar donde estoy y en el instante en que vivo.
Bajo y me encuentro un chofer de lo mas educado que me dice que uno ante un camión en movimiento debe de marcar distancia, el hombre no había puesto ni las balizas… y me reconoce que las tenia rotas… y yo que le voy a contestar.
Empieza la espera juntos de los fiscales de los seguros… y no se dónde meterme.
La hora y pico que pasó desee que la tierra me tragara… pero no me tragó, por suerte nunca me puse nerviosa, llegue hasta reírme de mi misma… es que lo que realmente pensaba mi cabecita era que ni en una película cómica hubiera sucedido esta escena.
…
Y transcurrió una semana, en el medio encaré el seguro, el taller y la mar en coche… por suerte me dieron la razón y no tengo que pagar el arreglo.
Pero… pero… lo que aún no entiendo es el «mensaje»… porque evidentemente hay un mensaje atrás de todo esto… y puede ser totalmente opuesto…
Como que debía de estar alli y hasta el destino me aferró a que estuviera aunque sea afuera.
Como que no debía de estar allí y por el hecho de pasar hasta choque.
Y mientras no me llega la respuesta… me sigo riendo del surrealismo… aunque ya por suerte desde mi casa.