Me desperté sintiéndome rara… empezando por no querer levantarme… yo que lo hago como un resorte porque sueño con desayunar…
Cuando por fin decidí abrir la ventana de mi dormitorio me volví a meter en la cama… era feriado y hacia un viento de locos porque la alta palmera se movía demasiado… fue allí cuando sonó el teléfono… me citaron … y fue allí que me vino una sensación muy extraña que me invadió todo el día.
En “mi cita” pasé de un sitio a otro… de repente me dijeron que algo que me veían no les gustaba y que deseaban hacerme algo más… esos minutos me sentí en el Polo Norte, del frio y de la soledad, del miedo y de la sensación de que de un instante a otro te cambia la perspectiva de tu Mundo…
…
Muchos días tuve que esperar el resultado de ese momento, y en esos días lo único que realmente procure fue andar muy despacio… muy arropada por mis hijas quienes sin saber nada percibieron todo, muy apoyada por mis amigas a quienes les pedí sostén, desabrigada por quien creí estaba bien cerca de mí (por lo que me lleve un frio de dolor), y en conciencia de que ya no podía ser más “hija” para algunas cosas, porque a quienes uno le debe la vida, no se los puede preocupar cuando ya son mayores.
Un par de días de esa espera me enoje, porque en realidad sentí injusto que me pasara eso a mí, para colmo eran vacaciones de invierno y todo el mundo andaba mas alegre que de costumbre, y me molesté con todo aquel que no era consciente de la magnitud de lo que estaba “esperando”, pero me duro muy poco ese enojo porque en seguida me invadió una sensación como de amor por todo, y que nada justificaba enojarse… porque en mis zapatos solo estaban mis pies.
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No me llamaron cuando dijeron que me llamarían, por lo que a los tres días de ello con una fuerza colosal llame yo, y me fui a enterar por teléfono de algo que no supe como revolver… ese día fue el único día que lloré y no pude casi que moverme porque no tuve fuerzas ni para cocinar un omelette… solo escribí, escribí y escribí…
Al día siguiente sin cita me fui a “encarar”, le pedí a una íntima amiga que me acompañara y estuvimos más de una hora de espera conversando desde el corazón… y entro conmigo nerviosa para salir juntas tranquilas.
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Esa noche en la cama me toque el pecho izquierdo, ese donde habita “mi extraña visita” de ahora en más, el del lado del corazón… y el que será mi mejor amigo de acá a futuro, por mostrarme las profundas ganas de vivir que poseo y la de cosas maravillosas que tengo para hacer en esta vida que tengo el privilegio de vivir.
Qué maravilla, como afrontas algo tan duro querida amiga, eres ejemplar!
Ánimo y ojalá todo pase pronto.
Recibe mi abrazo y mi cariño⚘😘
«Fue» un golpe/ susto, ya no… de todas maneras, muchas gracias