
Tu padre se enferma, tu hija se enferma, tu socia se enferma, tu te enfermas, personas cercanas a tus cercanos están mal …
Se te empiezan a romper muchas cosas, y es como que todas a la vez y no das abasto de la cantidad de “incendios” que tenes que apagar… pero a la vez, no te podes dar el lujo de parar.
Lo que planeabas con ilusión no sucede, sino más bien a la inversa.
Lo que decís se interpreta mal, lo que haces te sale de manera contraria a lo que deseas.
Y lo que hacías con dulzura y alegría literalmente se esfuma, porque las circunstancias hacen que no puedan suceder ni esas cosas que te daban tanta energía.
Sentís como si la vida tuviera decenas de cortocircuitos, y no podes hacer mucho porque nada depende de ti, sino como de algo así de una fuerza mayor que sentís que está sin comunicación contigo.
Un día explotas porque ya es demasiado… pones distancia de todo, y desapareces, y la distancia te permite ver por fuera las circunstancias, que son ajenas a ti misma, que no son tú ni nadie, sino que simple y justamente son solo “circunstanciales”
Y pasan los días… casi una luna entera… y llega un sábado como hoy, que venís de brindar por algo que terminó tras una tormenta muy difícil.
Y deseas que con ese brindis, y con la luna llena nueva, todo vuelva a su cauce, sabiendo incluso que aún a pesar del caos, todo encuentra orden, incluso tal vez más.