
Me detengo en el semáforo, y una persona empieza a hacer piruetas con unas pelotitas…
No tengo dinero para darle, pero sí puedo hacer algo, darle las gracias por el espectáculo que me dio, bajando la ventana, y mirándolo.
Yo voy en un auto, estoy calentita, y la vida me proporcionó oportunidades varias para que pueda salir adelante con una profesión, apoyos para que mi camino sea cómodo, y tal vez también tuve suerte, sin desmerecer mi esfuerzo y actitud.
Pero no todo el Mundo nació en la misma cuna que yo, ni con las mismas circunstancias que yo.
En ese contacto visual con el malabarista, con esas disculpas por no poder darle las monedas que él necesita para ganar su dinero del día, sucede esa conexión que da el verse a los ojos de tú a tú…
Él y yo conectamos en algo que trasciende el auto y el estar a pie, ambos somos Humanidad, nuestra miradas nos enlazan en un sentir que yo no desearía hubieran personas en situación de calle (y él menos) y se lo digo mirándolo en absoluto respeto hacia la dignidad de su persona.
…
Ponerse en el lugar del otro…
No es fácil, mas aún con lo rápido que se anda por la vida en estos tiempos, pero es la única forma de empatizar, empatizar en un Mundo donde va cayendo en picada el concepto de Humanidad…
Ver las circunstancias del otro, los sentimientos del otro… al “Otro”.