
Diez años estuvimos juntos… y te tuve en una maceta…
Tal vez fue un gran egoísmo de mi parte, tal vez un extremo cuidado, pues como quedabas desnudo todos los inviernos, me hacías sentir que podías en un trozo de tierra sobrevivir y yo cuidar de tu tronco durante esos meses.
Durante diez años esperé en algún momento encontrar un sitio para mí, dejando de lado mi vida nómade, donde tu pidieras echar raíces.
Mientras (no) sucedía, observaba lugares y personas, con la intensión de que alguien te adopte… pero era tan difícil conseguir lo ideal.
Hasta que llegó … una familia que quiero, un lugar que me arropa, una tierra por donde paso con frecuencia y me regala energía.
Te subí al auto, te puse de copiloto, y te llevé …
Me dio esa sensación de darte libertad, por mas que de ahora en mas vas a ser sedentario para siempre.
Te solté de mí para que crezcas alto, para que te pares por ti mismo en tus raíces, y para que desde donde las eches impartas esperanza.
Lo curioso, lo realmente muy curioso (y mágico), es que pasan los meses y sigo encontrado hojas tuyas … miro a los alrededores, al cielo, busco y busco alguien de tu especie cuyas hojas tal ve el viento traiga… pero no encuentro nada.
Por eso, estoy empezando a sentir que tal vez seas tú que le susurras y pides al viento que me mande señales de ti, para hacerme ver que estés donde estés, siempre estarás conmigo marcándome esperanza.