Todo tiene un final … todo termina …
Y por suerte … porque sin finales no existirían principios.
Y por eso no se puede forzar lo que debe culminar.
La cuestión es aprender … siempre aprender es la cuestión … y por supuesto cerrar en paz los procesos porque solo así uno puede permitir aceptarse en lo que queda de uno después de un final.
Puede incluso una misma situación/relación necesitar un final para poder con el tiempo tener un principio.
Nada es imposible si las cosas (sentimientos) están en su sitio pero nada es posible si las cosas (sentimientos) no respetan los procesos del tiempo.
El secreto es simple y difícil: darse cuenta y una vez así apretar el corazón, porque los finales siempre duelen, pero sabiendo a conciencia que la vida da las vueltas necesarias -ni una mas ni una menos- se sabe que cada final es un principio.