Juzgar a alguien es de las cosas más incongruentes podemos hacer.
En primer lugar porque si fuéramos jueces deberíamos contar con toda la prueba … pero no se la suele tener.
En segundo lugar porque no somos jueces … salvo algunos pocos y en cuyo caso solo en el ámbito de un juzgado o tribunal.
En tercer lugar porque nadie sabe realmente lo que pasa por la cabeza y el corazón de nadie (salvo que se lo cuenten).
En cuarto lugar porque cada uno vive su vida y debe dejar vivir a los demás la propia.
En quinto lugar porque para juzgar en última instancia debería de estarse libre de ser juzgado, y nadie lo está.
…
No obstante, casi todo el mundo suele juzgar, casi todo el mundo da su opinión de las vidas ajenas, y casi todo el mundo suele creerse dueño de la verdad de los otros.