Salgo de la casa de una amiga, me subo al auto, agarro el volante… y es allí cuando siento «el» dolor en un dedo de mi mano.
Empiezo a manejar, mientras … pienso qué hice, cómo llego ese dolor a mí… pues realmente no recuerdo haberme golpeado.
Bajo del auto, voy por mi hija, me da la mano, el dedo siente aun más dolor con su presión.
Llego a casa … mientras preparo la cena sigo pensando qué hice para tener ese dolor… y recién allí me detengo a mirar mi dedo… muy difusamente veo hay algo clavado en el mismo.
Terminamos de cenar, me dispongo a “operarme”…. imposible, muy difícil, pues está en mi mano derecha y soy diestra.
Decido acostarme, total… si me olvido del dolor y mi dedo no toca nada, dormir voy a dormir.
Me levanto en la mañana, y apenas hago un mínimo movimiento con los dedos me vuelve el dolor.
En el correr de lo que va de la mañana pido ayuda en cuanto puedo.
A quien le doy una aguja y una pinza, veo hace un movimiento totalmente distinto al que suelo hacer yo para la misma situación, y además me confiesa su vista ya no es la de antes… pero no puedo controlar esto, pues necesito me saquen la espina … con su método incluso…
Y de repente me la saca, aunque no la veo salir… pero me sigue doliendo, y quien lo hace me contesta que es lógico pues la espina ocupo un sitio.
….
A veces buscamos explicaciones a dolores que ya no tiene mucha importancia saber sus causas, pero sí tenemos que prestar atención al dolor en sí mismo, para ver si en vez de creer son golpes de esos que duran días y debemos dejar pasar el tiempo para que disminuzcan … son meras espinas y así tal vez simplemente necesitemos pedir ayuda para que nos la saquen.