Me desperté como siempre cuando no llueve, con el canto de los pájaros… que en esta época del año suele ser bastante temprano.
Para desayunar entré a Aquiles, mi eterno compañero, quien me mira y me descubre como nadie. Incluso con sus ojos me permite muchas veces descifrar lo que pasa por mis pensamientos.
Había dormido entrecortado -muy raro en mi- pero me sentía descansada… y capté la tranquilidad de lo que estaba sucediéndome.
…
Hace bastantes días -puede que meses- estaba experimentando en carne propia y a conciencia absoluta el devenir del tiempo, el como una cosa te lleva a la otra y todo resulta ser mejor que lo planificado, si uno se abre a la realidad.
No se por qué pero hay cosas te viene el impulso de realizar…
No se por qué pero cuando las realizas, terminan “encajando” en tu vida como piezas de un rompecabezas, sobre el cual cada vez vislumbras más la imagen y puedes presuponer la pieza siguiente.
No todo lo que nos transcurre son partes de ese todo del puzzle, pero si colaboran con el mismo.
No obstante, el todo (que no se si algún día se termina por completar) sí necesita de partes claves y necesarias en la vida, y esas partes se atraen como imanes cuando se acercan en el falso “azar” del tiempo.