Cada vez le abro la puerta a la Señora me ayuda con la limpieza en la casa, ella automáticamente me mira los pies…
La mayoría de las veces le abro descalza, otras pocas con zapatos (pronta para salir)… pero otras tantas con unas zapatillas de entre casa que adoro desde hace años… y cada vez las ve a estas últimas siempre, pero siempre, me dice lo mismo: “No podes”.
Y yo siempre me río y le contesto lo mismo: “Sí puedo”
…
Las cosas me acompañan hasta que no pueden mas… como les tomo cariño desprenderme de ellas no es algo habitual ni querido para mí.
Las arreglo, las coso, las pego… y cuando yo ya no puedo las llevo a algún “especialista”.
En casa es común ver platos pegados, tazas reparadas, ropa cocida…
Solo me despido de las cosas cuando ya resulta imposible arreglarlas… y por supuesto… con un “gracias” mediante.
…
Y no es por dar cátedra… pero si todos utilizáramos las cosas hasta más no poder y agradeciendo tenerlas, el Mundo no estaría tan sobreexplotado y se consumiría bastante menos… lo que en un Planeta de bienes/recursos finitos es inevitable empezar a hacer.