Necesito respuestas, necesito aislarme de donde estoy, necesito viento en la cara…
Decido ponerme unas botas porque estoy destemplada y salir a caminar… aunque me duela mi pie izquierdo…
El sol está cayendo y sé que la luna va a ser grande…
Camino, camino y camino… hasta que me olvido del dolor del pie, hasta que sale la luna y se va el sol… y decido volver…
Ya casi llegando me cruzo con un perro… o el conmigo… me mira mal… o yo a el… y se me viene encima… y no sé dónde meterme… y no se me ocurre nada mejor que entrar al agua… “vestida”.
Pido ayuda con las manos a los tres gatos locos diviso a lo lejos en la playa, pero nadie se inmuta.
Pasan los minutos, el perro cada vez se mete mas a la orilla y yo cada vez me meto mas al agua… y no sé si reír o llorar, ni cómo voy a salir de la situación…
De repente, sale un surfista de atrás mío con un tablón enorme y me pregunta “Qué estoy haciendo?”, me dan ganas de contestarle “tejiendo” … pero se adelanta y me dice “No le tengas miedo a mi perro, seguro te fue a saludar y estaba metiéndose al agua por mi…”
Me empiezo a reír a carcajadas, a mirarme y a pensar en cómo haré el día siguiente si hace frio, cuando la única ropa de abrigo que tengo es la puesta y no se me va a secar.
El hombre me ayuda, no sé si por lastima, por galantería o porque es un caballero y hace todo lo posible para que me sienta menos tonta… algo que no consigue pero aun así me rio de mi misma que no es poco.
…
A veces la imaginación y la cabeza convierten en nefastas a las situaciones lindas… tal cual el perro que pensé venia a morderme y solo estaba entrando al agua para buscar a su “dueño”…
Y asocio todo con algo reciente… con un miedo enorme… que generó corridas y cambios.