Estaba sentadita escuchando a alguien que me estaba “comiendo” mi cabecita por décima vez en muy poco tiempo… en una charla que ni por un centésimo de mi vida me hubiera imaginado previamente sería así… como tampoco antes las otras…
Encima… no tuvo mejor idea que hacerme una pregunta “retórica” con una intensión “extraña”… y yo necesitar responder… lo que en otra mente tal vez no tenía lugar a respuesta…
Y allí… llorisqueando… contando mi profundidad… “caí en mi verdad”.
En el primer momento que pude, salí volando (o galopando) de allí… algo que últimamente ya soy una experta en hacer sin que me vean…
Lloré bastante… y enseguida tomé conciencia de todo lo que había pasado… para en la noche sentirme aliviada y libre… como un caballo salvaje en el medio de las montañas de mi querida Galicia… un caballo que recién le han “marcado” pero sigue siendo un potro indomable y libre.
Y valiente… muy valiente… porque el miedo siempre está…
…
No me arrepiento ni por un segundo de haber hecho lo que hice cuando lo que hice lo hice con la mejor de mis intensiones siguiendo mi Alma.