Me desperté tempranito, bien como me gusta a mí… pero a diferencia de siempre no desayuné enseguida.
Estoy sola en la casa, y la verdad lo disfruto… necesito mi silencio… estos días mas que nunca.
Ayer mis amigas me decían me veían cansada (qué novedad?!) y que me centrara en mis hijas… y yo les respondí que pensaba centrarme en mi.
Nunca entendí porque las personas sienten que deben dar más a los otros que a uno mismo cuando las cosas no van tan bien, porque en realidad si uno no esta bien poco puede dar…
Hoy de tarde me iba a Buenos Aires, eso tenia planeado, pero de la fiebre pasé al dolor de garganta, y lo último querría en la vida es salir de casa un día gris …
Qué suerte que lo desplanée… soy una experta en cambiar planes (tanto porque quiera como porque no)
…
Se esta tan bien aquí hoy en la cueva … el fueguito, el olor de la cera del suelo, el permitirme hacer lo que desee y cambiar radicalmente ese quehacer sin dar explicación a nadie (llorar, reir, leer, mirar el techo, tocar la perra, pensar, escribir, comer… o no hacer nada).
Pienso en mi dolor de garganta, y es tan lógico como la fiebre de hace unos días… me duele tragar y me duele hablar…. bastante metafórico.
Igual sé que con el tiempo lo iré combatiendo hasta que desaparezca… ando a equinacea, propóleo, gárgaras de yerba de la piedra, gengibre… y una vez al día me permito un «ibuprofeno».
Supongo también es la propia estación del año que termina, me estoy desprendiendo de las últimas hojas que ya no me van a acompañar más… están marrones y duras cuando eran verdes y frescas… de ahora en más tengo que concentrarme en el tronco.
Tal cual el tronco de mi querido ginkgo biloba… que cada año queda desnudo pero no por ello muerto… sino a la espera de la Primavera.