Le observaba agarrar los caballos… con una voz segura, pero con un tono moderado y a la vez no rudo…
Luego en la caballeriza, eligiendo el recado, con tanta atención y cuidado, creo que demoró horas en hacerlo… pero me gustó.
Me preguntó cuál prefería, y me dejó sostener el caballo todo el tiempo.
Luego ya en el campo, me explicaba todo lo “técnico” que nos íbamos cruzando, con una manera tan participe… que me asombraba.
Estaba repleto de cardos y yo andaba semi descalza… se percató de eso… y me dijo que tenía que hacer para incomodarme menos…
Fue extremadamente detallista… pero en detalles para mi antes no reconocidos, y a la vez se le pasaron por alto cosas para mi muy familiarizadas… fue tan curioso eso.
Todo el tiempo sentí paz… no tuve ni ganas de galopar, para no irme lejos de la conversación, ni para dejarlo de observar de cerca, ni perderme su fantástica sonrisa o su mirada…
Mientras montábamos e íbamos conversando había una seguridad que no recuerdo haber experimentado, era encontrarme con una parte de mi olvidada… en un Mundo para mi diferente.
….
Cuando regresaba en el auto tome conciencia de otros capítulos… de lo que había vivido y a lo que me había acostumbrado…
Y me vino miedo… y me vino tristeza… para enseguida darme cuenta que para poder reconocer el presente debía de haber vivido el pasado….
Ese pasado que curiosamente me había llevado a ese lugar, para leer un cartel mirando un paisaje, y percibir irracionalmente cuanto deseaba conocerlo a Él, que por lo visto apareció como de la nada por una vertiente.
Volando con dirección a Mechongué, 13 de Enero de 2019
Precioso!!
⚘
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gracias
No las des,
paso gustosa por tu espacio lleno de belleza.
Un abrazo⚘
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🙂