Las escucho jugar… no son dos… son tres… han sumado a Olivia en la mayoría de sus juegos… son equipo… llevan días así… siempre han sido compañeras a pesar de sus diferentes edades, pero ahora son mejores amigas.
Al vivir en un mundo tan femenino, es gracioso pero o una de ellas al resto, o mismo yo hacia ellas, nos llamamos “Chicas”…
Estoy tirada en la cama viendo un documental con la computadora, trata sobre una parte gris de la historia de mi país y me empiezo a quebrar…
Termina el documental y sigo llorando, me retumban en los oídos las palabas de la viuda hacia su marido tiempo antes de morir, en relación a los juguetes que habían desparramados en el living, y la respuesta de él…. algo así como que era lo más maravilloso le podía dar o ella, o la vida.
Llamo a una amiga y le pido el teléfono del director del documental, que a su vez es protagonista en vida de esa historia, necesito decirle gracias… tal vez egoístamente desahogar mi tristeza…
No quiero ser parte de esos uruguayos que en algún momento de la vida decidieron dejar cosas en el olvido al precio del dolor de algunos pocos, que a mi modo de ver deberían de haber sido los únicos que tenían el poder de decisión para decidir dejarlas o no en el pasado; más allá de que esas cosas dejadas en el olvido luego se demostró que jurídicamente no podían olvidarse.
Decido no llamarlo porque sigo llorando y pensara que soy una mujer desequilibrada, él no sabe cuan espontanea soy, pues en definitiva el documental es viejo, soy yo quien lo esta viendo hoy… mejor le escribo.
Cuando me responde, decido ir a anotar algo a la lista de cosas que no puedo hacer en este momento, pongo MG, quiero conocer cierta parte de la historia en lo que tal vez él me pueda ayudar…
Caigo en cuenta que esa lista no tiene título, se lo pongo (Cosas para hacer post COVID), y me viene como un alivio…
Por lo menos en estos tiempos tengo el control de saber cuándo comenzaran ciertas cosas, en otro capítulo de mi vida que debo de dejar postergado por razones obvias, pero que no debe de alterarme en lo más mínimo mi hoy, porque no depende de mí.
…
Vuelvo a mi vida tangible, me enojo con mis hijas, pues hoy no han puesto ni el mantel, ni me han ofrecido lavar un plato… me frustro en esa cotidianidad, y enojada/triste se los hago saber, “la solidaridad empieza por casa, ustedes conmigo y yo con ustedes”… la más pequeña me mira y me dice “Mamá ha sido solo hoy”.
Caigo en la cuenta que lleva puestos unos zapatos míos de tacón que no uso para no caerme de lo altos que son, y está vestida de cumpleaños… se pintó los labios, miro a la mayor… lo mismo.
Caigo en la cuenta que mientras miraba el documental habían entrado varias veces a mi dormitorio para mostrarme algo, pero solo terminaban preguntándome cómo estaba porque me veían llorar, y yo sin mirarlas les había dicho triste por lo que estaba viendo, pero que me dejaran solita por favor.
Caigo en la cuenta que antes, durante el almuerzo, me habían prestado profunda atención de todo el relato de la historia de Uruguay que les había deseado contar…. pienso en su gran empatía con una realidad que les relataba de la manera más apropiada para su edad…
Y caigo más en la cuenta de que por diversas circunstancias de la vida, saberlo, en cierta parte de sus vidas cuando sean mas maduras, les costara más que a mí.
…
Está lloviendo mismo en mi ciudad, se está limpiando el aire y esta humedeciéndose el verde… las gordas me llaman desesperadas, “Mamá, mamá, mirá, mirá…”
Justo en la parte del jardín donde el cielo se ve casi que gigante, está el arcoíris por completo, por más que sigue lloviendo.
A puro aprendizaje el día de hoy a solo vivir el presente…
El destino final en este momento de la historia, depende mucho del caer en la cuenta del instante, honrando la historia y simplemente dejando en una lista el incierto futuro.