Durante veinte años cada vez que iba a dormir a lo de Lalá, mi Abuela, ella me daba la misma toalla para que utilizara en el baño.
Cuando Lalá se murió, me traje esa toalla conmigo.
La misma me acompañó en cada mudanza, por supuesto también de país.
Hoy, mientras “me secaba” con ella, me di cuenta que ya no era una toalla, sino casi que solamente un trozo de tela.
Me vino el dilema de qué hacer con ella… pero la certeza de que por lo pronto tratar de secar mi cuerpo ya no lo haría más.
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Cuesta mucho darse cuenta que determinadas cosas (tal vez incluso personas) han estado durante mucho tiempo en la vida de uno, pero que de repente si bien continúan entorno a nuestra órbita, han dejado de ser lo que han venido a ser entorno a nosotros…
Cuesta mucho darse cuenta que determinadas cosas (tal vez incluso personas) han venido a cumplir un ciclo en torno a nuestras vidas, y que tras finalizar éste, aferrarnos a ellas solo genera incomodidad o malestar e incluso la imposibilidad de hacer las cosas mejor.