Uno puede hacer las cosas lo más bien o lo más mal, uno puede ser lo más bueno o lo más malo.

De hecho, nadie es 100 % nada, porque todos tenemos una cuota parte de nuestras contradicciones.

Pero… cuando hacemos las cosas, debemos desearlas y tratar de hacerlas al 100 % bien, dando lo mejor de nosotros.

Ya sea solucionando un problema, haciendo un trabajo, llevando adelante una relación de cualquier índole, ayudando, divirtiéndonos… “viviendo”.

Pero… no siempre es así, porque hay un grupo de personas que no hacen al 100 % nada. Seguramente la causal sean sus miedos… base de todo lo que hacemos mal, pues es más fácil no hacer nada al 100 % para luego no tener responsabilidad absoluta al 100 %.

Ese tipo de personas realmente disgustan, pero hay que convivir con ellas porque andan por doquier…

Pero… hay que evitarlas, porque son tan dañinas por sus faltas de compromiso y por sus egoísmos extremos, que es horroroso trabajar con ellas, es imposible ser verdadero amigo de ellas, vivir con ellas, ya ni que hablar enamorarse de ellas…

Por eso, es necesario estar atento y ser sabio para diferenciarlas, porque uno no puede cambiar a las personas, uno solo puede ayudar a las personas (si éstas lo solicitan), pero uno sí puede ser selectivo con las personas se vinculan con uno, y de esa manera protegerse de la mediocridad, que en definitiva es absolutamente dañina para los que no son mediocres.